Dentro de mis recuerdos, hijo mío, aun tengo presente, ese
bello pájaro que una vez me preguntó por su amiga, una perrita extraviada de
nombre “muñeca”.
Todo comenzó cuando era niño. Estaba jugando en mi casa con
un muñeco recién comprado por año nuevo. Me encontraba feliz porque era mi
cumpleaños y mis padres habían saludo a comprarme algo. Cuando me fijé que en
la ventana de la sala había un pájaro triste y apresurado. Me acerqué para
preguntarle qué pasaba y me dijo: “estoy buscando a mi amiga muñeca” – Yo
respondí: “oh, ya veo; pero dime, ¿donde la viste por última vez?” – “La vi en
la veterinaria, donde compran perritos. Ella es una cachorrita” – Contestó el
pajarito.
Entonces hijo, decidí ayudarla en su búsqueda – “pero, papá.
¿Cómo podrías ayudar a un pajarito?” – “Preguntamos por todas las veterinarias
cerca a mi casa. Tocamos las puertas de todos mis vecinos. Preguntamos a la
gente que pasaba por la casa si tenían algún rastro de ella. Pero no hayamos
ninguna noticia” – “Entonces, se perdió la cachorrita” – “así parecía”.
Luego que buscamos, le dije al pajarito que no se ponga más
triste, que íbamos a encontrarla como sea. Y ella contestó “Sabes, me inspiras
mucha confianza, siento que si la vamos a encontrar. La he cuidado desde que
nació, pero ¿dónde estará?”
Estuvimos una hora hablando de “muñeca”, y sonreíamos
recordando los momentos felices que tuvieron aquellos animalitos. Fue cuando
olvidamos nuestras preocupaciones y deberes y sólo reíamos y festejábamos cada
momento de amor que se venía a la mente. Y es que Dios quiere eso de todos
nosotros hijo mío…él quiere que amemos a nuestros semejantes. Así como cuando
niño, ame a ese pajarito que cuidaba de la cachorrita.
“Pero, papá. Y ¿qué pasó con “muñeca”? – “Ahora te contaré”
– Cuando estábamos echados en mi mueble conversando, tocaron el timbre de mi
casa y fui a ver quién era. El pajarito se escondió tras mi mueble.
Al ver lo que estaba tras mi puerta. Sentí tanta felicidad
que abracé a mi madre y padre que habían llegado. Pero en esta ocasión con una
caja de cartón con huecos en los costados.
Se escuchaba un pequeño pero suave ladrido y un movimiento
dentro de la caja. Yo ya me imaginaba que era: Era un perro. Un nuevo
integrante en la familia había llegado.
Y cuando mis padres abrieron esa pequeña caja y dijeron que era
un regalo para mí, sonreí como nunca lo había hecho. En ese momento el pajarito
miró al cachorro que salía meneando la cola y dando sus tiernos ladridos:
“Muñeca…¡¡¡eres tú!!!” – “Enseguida el pajarito aleteo y voló alrededor de la
perrita, porque era hembra. Y yo me acerqué a abrazarlos a los dos. Era el
mejor regalo de cumpleaños que había tenido cuando niño.
“¿O sea que has tenido muchos regalos hermosos en tu vida
papá?” – “Si, y ahora estoy viendo el mejor regalo de toda mi vida: Tu, hijo
mío”.
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