Cerca del lugar, se encontraban tres animales: un oso, un zorro y una liebre. Estos, al ver la escena del viajero, decidieron ayudarlo. Se decían uno al otro como socorrerlo rapidamente.
Finalmente, el oso dijo que podía traer pescado porque él era muy fuerte. Se dirigió al río y allí pudo obtener lo que prometió.
El zorro y la liebre aplaudieron gustosos.
Luego el zorro que se jactaba de ser hábil e inteligente dijo a los otros animales que podía ayudar también. Divisó un arbol con uvas y en seguida fue a traerlas. Su habilidad para subir árboles era igual de magnífica como su astucia. El oso y la liebre apludieron felices. Rapidamente, fueron a darle lo conseguido al viajero perdido. Pero la liebre no quiso acercarse.
Los animales dieron de comer al viajero quien no se podía ni mover y luego éste último decidió dormir. Pero seguía mal, tenía mucha hambre. Eran muchos días sin comer.
La liebre, que
miraba de lejos, se sentía mal y avergonzada por no poder ayudar como
los demás animales. Y al pensar de qué manera podía hacerlo, reconocía
que era frágil para trabajos fuertes como pescar o subir árboles.El oso y el zorro decidieron dormir después del arduo trabajo de ayudar al viajero, quien aun estaba delicado de salud.
El viajero emfermo y los animales durmiendo, hicieron que la liebre piense mucho al respecto de cómo ayudar al hombre en su emfermedad. Pronto, obtuvo una desición mientras miraba al cielo.
La liebre buscó palos y hojas secas cerca del lugar. Y cuando creyó tener suficientes, comenzó a juntar todo. Estaba claro que quería hacer una fogata. Pronto logró su objetivo: la fogata estaba encendida y hecha cerca del viajero. Cuando éste despertó, vio al conejo sonriéndiole y cerca a la fogata. El viajero apenas pudo decir: "¿Liebre, que vas a hacer?" - "pienso ayudarlo señor" respondió la liebre - "¿Pero, ¿cómo?, y ¿porqué hay una fogata? ¿la hiciste tu verdad?" -a lo cual respondió la liebre: "Si, y ahora doy mi vida por la suya, gracias por todo señor" dijo lanzándose a la fogata" - "¡Noooo!" dijo el viajero quien se arrastraba para llegar a la fogata y sacarla a tiempo. Pero era demasiado tarde. La liebre había fallecido.
Al poco rato, el oso y el zorro despertaron gélidos porque era una noche muy fría y observaron que el viajero estaba sentado llorando cerca a una fogata. Al acercarse, le preguntaron cómo se había reincorporado. Pero él, entre lágrimas dijo, que gracias a ellos y también a la pequeña liebre, pudo sanarse.
Ellos se extrañaron y preguntaron de qué manera había ayudado la liebre. Y él contestó:
No hace falta decir que existen personas que se sienten tan débiles y desdichados por no ser fuertes y decididos. Pero así como la pequeña liebre que se sacrificó por el bienestar de alguien quien necesitaba ayuda. Debemos de ofrecer nuestro corazón para quienes lo han perdido o no lo tienen. Solo con el calor de nuestros corazones podemos ayudarlos...
